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Noticia: El Mundo (edición impresa)


El fantasma de una princesa juega a los bolos

Lunes, 01/08/2005

El impresionante palacio del XVII y la torre del X se han convertido en un hotel de lujo reconstruido por Peridis.

SORIA.- Llamamos al portón del XVII con portero automático del XXI y nos abre Mariola. Nos esperaba. Ha salido de la vivienda, en un lateral de la edificación, y nos permite entrar a la gran casa señorial y atravesamos el umbral en umbría bajo el escudo de los Salcedo. La reforma está totalmente finalizada y ha sido posible gracias a la intervención de José María Pérez (Peridis), arquitecto con varias intervenciones más por toda la Comunidad.

Caja Duero se hizo hace unos años con la propiedad de este curioso lugar que es el Palacio de Aldealseñor. Lo reconstruyó por fuera y después lo cedió, en régimen de alquiler, a una sociedad que contó, para su adecuación interior, con subvenciones de la Junta de Castilla y León.

Mariola y Ramón Fernández forman parte de la sociedad que gestionará el hotel de lujo. Esta pareja, procedente de Madrid, aporta al pueblo la revitalización del palacio y la única niña que, en estos momentos, vive en el pueblo. Dendra tiene todo el parque para ella cuando vuelve de su "cole" en Soria. El tobogán, los columpios, el olmo seco... Seguro que preferiría compartirlo.

Ya los colegios han colgado su cartel de "cerrado por vacaciones" y la pequeña llena de amigos el parque desangelado. Recuerden que en verano (y en éstas estamos) hay trescientas personas, trescientas almas entre pequeñas y grandes.

Mientras Dendra sestea o lee cuentos de princesas (por algo su madre se apellida Rey), Mariola nos enseña el palacio.

Sobre una superficie edificada de 2.500 metros cuadrados, los técnicos se pusieron manos a la obra en 1995.

Setenta millones de las antiguas pesetas costó la primera fase o de consolidación. La segunda un poco más y la inversión ya ha sido de unos 300. En total, alrededor de dos millones de euros para acondicionar patios abandonados, cuartos que fueron cuadras, escaleras desoladas. 14 habitaciones ya esperan huéspedes para septiembre (no olvidar, al menos, visitar la suite, con chimenea y bañera "exenta") y después su número se ampliará hasta 20. Piscina, que dentro de unos meses se hará climatizada, salones para el reposo con cafetería self-service, biblioteca, sala de música en la misma torre, restaurante, vistas al páramo y a la inmensidad del cielo...

Durante la visita, realizada hace un mes, aún no estaban todos los muebles, pero los que poblaban suelos y paredes ya apuntaban un estilo acogedor, también ecléctico, porque así es la vida; a unos divanes y butacas confeccionados por una diseñadora madrileña, se unen los grifos de Ikea, el minimalismo en las duchas y la misteriosa calidez de los grandes arcones, tal vez donde guarda sus mudas el fantasma. Porque como en todo palacio que se precie, también en el de Aldealseñor hay un espectro centenario.

Nos lo cuenta Mariola mientras nos muestra una especie de bolos pintados en la pared de la escalera. Se dice por aquí que uno de los señores (el "amo" de la aldea y de ahí el "original" nombre de Aldealseñor) tuvo una hija que no estaba muy bien de salud; que si le regalaron, para sus eternos días sin salir, un juego de bolos de oro, que quizá sean éstos, los dibujados, que quizá estén enterrados aquí, en alguna parte del palacio, que quizá la pobre niña aún pasee su febrícula nocturna por los corredores del Palacio, en su busca.

Una lechuza ayuda a ambientar la historia. Allí estaba cuando llegaron los primeros obreros, allí se quedó durante la reforma y allí sigue en su agujero de la pared. El fotógrafo comienza a imitarla para ver si se da un vuelo por delante de su cámara. Ni caso.

LOLA LEONARDO

 

COMENTARIOS:

 

18/04/2019
10:42

Genoveva

genoezti51@yahoo.es
Mensaje

Me gusta esta página. Muy bien contada.





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