El Cielo Gira en la Semana Internacional de Cine en Valladolid 2004
Viernes, 29/10/2004
Mercedes Álvarez: "La historia se repite no como farsa sino como pesadilla". El tiempo de la ruina y la decadencia que precede a la desaparición se ha instalado en muchos pueblos. Mercedes Álvarez, última niña de La Aldea (Soria), registra el final de mil años de vida.
Para la joven directora soriana Mercedes Álvarez es su pueblo natal, La Aldea, del que es y será el último natalicio. Para otros castellanos y leoneses es Celama (Luis Mateo Díez), Vegamián (Julio Llamazares) o Marcillo de Bureba (Tomás Val). Son los nombres de lugares donde se está parando el reloj de la historia con minúsculas. «Yo sabía que era la última generación, el último nacimiento después de mil años en el pueblo de mis antepasados», explicó Álvarez, que presenta en la Seminci su primer largometraje El cielo gira.
En La Aldea, en los páramos altos de la despoblada Soria, quedan 14 vecinos (uno murió durante el año que duró el rodaje). La localidad es un ejemplo más del fin de una cultura rural. Está fuera de cualquier mercado (económico, cultural, político, ...) que justifique el interés de alguien. Muy cerca están las huellas de los dinosaurios, la llamada ruta de las icnitas. Algún día, La Aldea también será parte de una ruta o una huella.
«Lo que está desapareciendo no es el pueblo en sí sino una forma de estar en el mundo. Había la posibilidad de asistir a un capítulo necesario de la ruina y la decadencia que precede a la desaparición. Se trataba de mostrar qué cosas ocurren entonces, y registrarlas mientras ocurren», resumió ayer Álvarez, que ha tratado de «hablar de algo más universal desde un hecho concreto», como es esa cultura de la tierra, otrora tan presente y ahora tan distante para casi todos.
Mercedes Álvarez, que participó en el montaje del muy premiado documental de José Luis Guerín En construcción, ha aplicado una técnica bastante similar. En otoño del 2002 llegó a La Aldea y durante un año colocó una cámara en este su pueblo (en el que vivió hasta los tres años) y dejó que hablaran sus vecinos, sus paisajes, sus nubes. Hasta entonces, La Aldea era para ella, una emigrante en la gran ciudad, «el relato oral que había oído contar desde mi infancia y en la distancia de lo urbano».
Álvarez insiste en que no ha ido a su cuna a «hacer un documental antropológico de pueblos abandonados». Por mayores y olvidados que estén sus vecinos, «el relato de su realidad está en presente». Es la vida de Antonino, Cirilo, Josefa, Áurea, Crispina, Valentina... E incluso la de Salah e Hicham, los dos inmigrantes del pueblo. Y en presente y con la sobriedad y el laconismo castellanos se expresan. «Hablan más de los muertos que de los vivos y son conscientes de lo que ocurre y cuál será su destino», aseguró la documentalista. También lo sabe otro testigo, «un elemento casi de ficción», que es el pintor Pello Azketa, cuya ceguera progresiva lo es asímismo de su paleta para reflejar esa misma realidad que se desdibuja.
Otra vida, otro final
Cualquiera que proceda de esta cultura sabe que la percepción de la vida y de la muerte es muy distinta. Frente al carácter más impersonal, casi siempre anónimo para la mayoría urbana, «en un pueblo, el adiós a uno de sus vecinos se vive como una tragedia colectiva», dijo Mercedes Álvarez, que se declara rendida a esos «supervivientes», vecinos cuya «complicidad hizo posible reflejar su realidad tal cual. Muchas veces eran ellos los que me dirigían a mí. En realidad fue el pueblo el que se metió en el cine, no la cámara en el pueblo», argumentó la realizadora. El documental cuenta con la voz en off de la propia directora que habla de esa realidad.
El estreno absoluto le ha llegado a El cielo gira en su región de origen y unas de las más afectadas por la despoblación. La película, que después viaja a Gijón, aunque ya hay interés en festivales foráneos, ha sido posible gracias al Máster de Documental de Creación de la Universidad Pompeu i Fabra, y ha contado con financiación del Ministerio de Cultura, tres gobiernos autonómicos (entre ellos Castilla y León) y Canal Plus.
La joven directora soriana participa de esa opinión que también se ha extendido por la Seminci y que admite que «se ha abierto un espacio y existe un público para el documental».
Lo que no está tan claro es que logren entrar en las programaciones.
A. CORBILLÓN / VALLADOLID